No estamos preparadxs

Abril Vega

Ig: @abrilra

tw: @abrilmrv

¿Ustedes sabían que existen 999 subgrupos de discapacidades clasificadas por INEGI[1]?  (INEGI, s.f.).

El 4.9% de la población en el país presenta alguno o varios tipos de estas discapacidades (INEGI, 2020)[2]. Sin embargo, el 95% restante de la población ni siquiera tenemos presente que debemos de aprender sobre lo que representa la discapacidad. En este país sumamente capacitista y donde el espacio público ha sido creado por y para personas sin discapacidades, considero que es sumamente importante llevar a cabo esa reflexión.

Hace unos días tuve la oportunidad de confrontar ciertos aprendizajes y de cuestionarme sobre la forma capacitista en la cual fui criada.

Fue un golpe muy fuerte estar frente a una persona con una discapacidad física con la cual nunca había convivido y con motivo de ello, darme cuenta que no sabía cómo actuar, ni qué decir o incluso si tenía que decir algo.

Nunca nos han enseñado a convivir con personas con algún tipo de discapacidad, hay mucha teoría sobre el actuar de ciertas autoridades[3] (sobre todo las pertenecientes al ámbito judicial, escolar, en los organismos públicos, incluso en empresas privadas, etcétera) respecto situaciones donde se involucran personas con algún tipo de discapacidad, sin embargo, las personas que no fungimos un rol de autoridad, estamos totalmente apartadas y no contamos con preparación para afrontar tales situaciones. A nuestra teoría le falta totalmente la práctica.

Para ser sinceras, nunca me había puesto a investigar o pensar qué hacer en estos casos. Durante la mayor parte de mi vida me he enfocado solo en las discapacidades psicosociales, pero nunca en lo físico, porque yo, al igual que muchas personas, solo nos quedamos con la teoría básica y no nos interesamos mucho al respecto hasta que nos topamos con una situación similar.

Nuestra educación debería ser totalmente inclusiva y más allá de eso, no debería estar normalizado que todas las personas tengamos las mismas capacidades, porque eso nos mantiene como una sociedad capacitista. Deberíamos tener pláticas desde la infancia donde nos sensibilicen, donde nos rompan la norma de la “normalidad física y psicológica”, donde dejemos de sentir incertidumbre respecto no saber qué hacer ni qué decir, porque es perfectamente válido no saberlo, pero sí es importante comprenderlo.

Es importante resaltar que nos sentimos mal de no saber qué hacer porque seguimos con estigmas muy arraigados e imposiciones sobre lo que debe ser “normal”, que cuando algo sale de esa normalidad nos hace sentir incómodas e incluso impotentes. Nos sentimos fuera de nuestra zona de confort porque ahí nos hemos colocado toda la vida por nuestra crianza y el capacitismo arraigado en nuestras estructuras sociales. En otras palabras, discriminamos a las personas con discapacidad (cuando no tenemos intención de hacerlo), debido a la falta de conocimiento sobre sus condiciones, como resultado de nuestros prejuicios capacitistas.

Personalmente, a lo largo de mi vida me he topado con dificultades para poder desarrollarme en todos los espacios de mi vida, incluso con mi familia, ha sido complicado explicar los ajustes que necesito de ciertas cosas, compartir que la mayoría de las situaciones cotidianas me causan ansiedad, que me disocio constantemente, aunque haga todo lo humanamente posible porque no pase, que durante mis episodios depresivos no soy capaz de abrir los ojos o poder levantarme de la cama.

Me fue muy difícil aceptar que tengo un tipo de discapacidad psicosocial y que eso no me hace menos válida ni menos profesional, aun así, sé que mis entornos no están preparados para tales discapacidades, aunque existimos muchas personas intentando cambiar esa situación.

Retomando, me siento incómoda de verme como producto de crianzas capacitistas, que, a pesar de luchar por la inclusión, mi práctica es nula, me siento mal de no haber investigado más al respecto, de no prepararme para establecer relaciones interpersonales con personas con algún tipo de discapacidad física[4].

Ahora sé que tengo que prepararme más, mejorar mi empatía, mi manera de comunicarme para no resultar condescendiente ni capacitista, entender el contexto de la persona y las formas que tiene para afrontar las barreras establecidas en los espacios y la sociedad, incluso dejar de estorbar y no apropiarme de espacios que no me pertenecen.

También tenemos que exigir que se nos prepare más a todas las personas desde la infancia para no ser un obstáculo para las personas con discapacidad o tener las herramientas necesarias para tener una sana convivencia. Y que lo anterior, se puede llevar a cabo desde todos los espacios posibles para que podamos ajustar los entornos a espacios inclusivos.

Sé que nos estamos preparadxs para tener una sociedad totalmente inclusiva, pero sueño con un día todxs lo estemos.


[1] Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática. Clasificación de tipo de discapacidad- histórica.

[2] Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, (2020). Censo de Población y Vivienda 2020. Se puede consultar en: Cuéntame INEGI.

[3] Como ejemplo de esto, la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha creado varias publicaciones al respecto del tema, tales como el “Manual sobre justicia y personas con discapacidad” o “Protocolo para juzgar con perspectiva de discapacidad”.

[4] Aunque en mi caso en específico se trató de una discapacidad motriz, estoy convencida de que estaría en en la misma situación de haberse tratado de cualquier discapacidad física, incluso no tenía idea de las clasificaciones que se les ha dado a las discapacidades, mismas que según INEGI las divide en 999 subgrupos, una cifra impresionante y de mi total desconocimiento hasta hace poco.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s