
Paola Alcocer, políticas públicas en género, turismo y territorio. Parlamentaria. Fundadora del Cuerpo que Siente. Milonguera. @paolalcocer
Hace un tiempo leí el artículo Empleadas públicas: normas de feminidad, espacios burocráticos e identidad de la clase media en México durante la década de 1930 de Susie S. Porter, donde cuenta la historia de la incorporación de las mujeres a la administración pública en la Ciudad de México, ya que es en la capital donde se centraliza una parte importante del aparato burocrático mexicano.
De 1930 a la fecha, han transcurrido más de 80 años y seguimos acarreando los mismos problemas que en ese entonces, Porter refiere que en ese momento las razones que argumentaban, hombres en su mayoría, para que las mujeres no accedieran a puestos en la administración pública eran numerosos. Uno muy común relativo a la moral sexual, era que al salir de su lugar natural (la casa), iban a tener la tentación de involucrarse con compañeros y jefes, buscando escalar posiciones dentro de la de las instituciones a costa de su cuerpo. Otro argumento era que las mujeres pertenecían al ámbito del hogar lo que implicaba que no se encontraban capacitadas para ocupar este tipo de puestos, que descuidaban a los hijos y faltaban a sus obligaciones con sus maridos.
En el 2022, muchas mujeres ya son parte de la administración pública, e incluso tenemos gabinetes paritarios en algunos estados, sin embargo, habría que revisar bien los directorios de las instituciones para darse cuenta que las mujeres todavía se encuentran en puestos jerárquicos menores respecto a los cargos que ocupan los hombres. Además, en muchas ocasiones ellas realizan un alto número de tareas que no les corresponden en comparación a los compañeros hombres, e incluso se les pide que se hagan cargo de labores de cuidado del resto del personal.
Asimismo, la dinámica propia de la administración pública y su carga de trabajo, impide que las mujeres puedan combinar su maternidad con su vida laboral, si bien algunos estados como la Ciudad de México se ha avanzado en permisos de maternidad y paternidad y la instalación de lactarios en edificios gubernamentales, todavía muchas tienen que decidir entre convertirse en madres o avanzar en su carrera.
Un tema muy grave es la violencia de carácter sexual que se vive en los espacios de la administración pública, un ejemplo de ello es la reciente noticia de múltiples casos de acoso y abuso cometidos por el ahora ex Secretario de Desarrollo Urbano y de Vivienda de la Ciudad de México.
Al día de hoy, las mujeres en el servicio público seguimos viviendo discriminación y violencia basada en género, si bien es un fenómeno que no es exclusivo de este sector, es importante hablar de este ámbito donde se toman decisiones que afectan a muchísimas personas, la mitad de ellas mujeres, y que la dinámica que se genera en esos espacios tiene relación con juegos y abusos de poder.
Ser mujer en la administración pública es que te acusen de acostarte con algún funcionario público para tener el puesto que tienes, que tu trabajo no sea visto ni reconocido sino un resultado de tu aspecto físico o de tu juventud o de tu buena suerte, que le hagas el trabajo o maternes a los compañeros, que no te sientas segura en tus espacios de trabajo y que tengas que pasar por acoso y abuso.
Le debemos más a nuestros servidores públicas, ellas trabajan por mejorar las condiciones de vida de las ciudadanas, pero no se están fortaleciendo lo suficiente los espacios que ellas habitan.