El camino hacia la igualdad sustantiva

Magistrada Margarita Concepción Espinosa Armengol[1]

En la actualidad y de acuerdo a los datos de INMUJERES, en Tabasco, muchas de nosotras nos encontramos en diversos cargos de tomas de decisiones, pues solo a nivel estatal, contamos con 8 presidentas municipales de los 17 municipios, y con una representación del 54.2 % en el congreso local. A nivel nacional existen 7 gubernaturas representadas por mujeres, todas con carácter público en cargos de tomas de decisiones, pero también con la tarea de cumplir con las responsabilidades que se les confiere.

Ahora bien, ¿Qué es la igualdad?, para el Protocolo para juzgar con perspectiva de género de la Suprema Corte de Justicia, la igualdad puede entenderse en dos dimensiones: como un principio y un derecho.

Como principio, la igualdad fundamenta y da sentido al andamiaje jurídico, tanto nacional e internacional; así como a los actos que derivan de él, ya sean formal o materialmente administrativos, legislativos y judiciales. Esta dimensión implica que la igualdad debe utilizarse como una guía interpretativa en la elaboración y aplicación del Derecho.

Como derecho, la igualdad constituye una herramienta subjetiva para acceder a la justicia; es decir, otorga titularidad a las personas para reclamar, por diversas vías, la realización efectiva de la igualdad en el ejercicio del resto de los derechos.

En la misma dinámica, dentro de la dimensión de la igualdad como derecho, podremos encontrar 3 dimensiones más, los cuales son, formal, material y estructural, que a continuación les cito.

La igualdad formal (Derecho), está prevista en la ley y manifiesta, generalmente, el reconocimiento a todas y todos de los mismos derechos y obligaciones, como en México lo prevé el artículo 1o. constitucional.

La igualdad material es la que se presenta en los hechos, por ello considera la situación de cada persona (género, raza, preferencia sexual, religión, etc.) y cómo ésta determina el ejercicio y goce efectivo de sus derechos.

Por consiguiente, la desigualdad estructural comprende los factores que, sin que medie posibilidad de opción ni decisión autónoma, colocan a las personas dentro de grupos históricamente marginados y sometidos, como las mujeres, las personas adultas mayores, indígenas, migrantes, etc.

Por ello, hablar de igualdad sustantiva va más allá del enfoque jurídico o formal, pues considera las condiciones de cada persona y cómo ello afecta sus derechos para establecer un entorno que les permita, tanto a mujeres como a los hombres, acceder a las mismas oportunidades de desarrollo de sus potencialidades.          

Por otro lado, como mujeres y a lo largo de nuestra historia, hemos venido padeciendo como principal problema la exclusión social, la discriminación, el analfabetismo, el desempleo, la injusticia, la violencia, la inseguridad, la corrupción y sobre todo, el miedo de ser una misma y enfrentarse a la realidad.

Por ello, el desafío para México y nuestro Estado es, reducir la desigualdad en todas sus expresiones, dando lugar y espacios a las mujeres para que sean partícipes de su propio desarrollo y el de sus comunidades, para esto debemos trabajar en conjunto y de esta manera contribuir a potenciar al máximo sus capacidades, talentos y energías, componentes fundamentales para la democracia y la justicia social.

Respecto a lo anterior, debemos aclarar que, ir en busca de la igualdad sustantiva, no significa que estemos por encima de los derechos del hombre, sino que ésta construcción cultural y estereotipadamente establecida en nuestra sociedad, se convierta en una plena igualdad de derechos, rompiendo esos viejos paradigmas de la historia y que a partir de ahora, más allá de tener cuerpos legislativos reformados sean a bien aplicarlos por voluntad propia y no bajo la misma tradición de tratarnos con opresión, intimidación, sumisión y manipulación en cada uno de los espacios que nos encontremos; que los puestos de tomas de decisión a cargo de hombres y mujeres sean ejercidos por sus capacidades, con lazos estrechos de colaboración entre los mismos y el camino que tomemos siempre sea para el bienestar social.

Pero, existe un reto natural que es el de mejorar lo que se ha logrado. Ese va a ser un gran reto, nuestro gran reto y por consiguiente quiero reflexionar que, no se trata de construir una sociedad matriarcal que sustituya lo patriarcal. Sino forjar una sociedad igualitaria que ofrezca las mismas oportunidades para mujeres y hombres, la cual premie la igualdad, el respeto, la confianza, el progreso, la paz y el amor fraternal. No se trata de una lucha de la mujer contra el hombre; es una cruzada en la cual marchamos juntos mujeres y hombres encaminados a un objetivo común para todos: es darle cabida a los sueños con los que lucharon grandes mujeres y así, velar por nuestro bienestar integral y social en la sociedad Tabasqueña.


[1] Magistrada Presidenta del Tribunal Electoral de Tabasco.

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