“EL AMOR NO MATA, NI HIERE, NI HACE LLORAR…”

María Fernanda Cano Jiménez, Unidad de Género e Inclusión del Tribunal Electoral de Tabasco @_FCJimenez

 “Y aunque se piense lo contrario, el amor es específico para cada género, cada clase social, cada edad, cada pueblo y cada cultura. El sentido del amor, como referencia simbólica, es compartido entre quienes descifran los mismo códigos y lenguajes y es a la vez diferente y único para cada quien.”[1]

En la vida como mujer, crecemos leyendo cuentos de princesas que viven esperando la llegada de un príncipe valiente que la salve de la melancolía. Después de ver, oír, oler, escuchar, sentir este argumento a lo largo de nuestra vida y en todos los formatos culturales posibles ¿Qué podemos concluir? Pues, sencillamente, que el amor romántico en pareja común (heterosexual) es el gran objetivo vital de cualquier persona.

Actualmente al “Amor romántico”, se le ve como un modelo cultural y se nos enseña a través de las películas, la televisión, las novelas y las redes sociales que el amor de pareja (hombre y mujer) es el más importante en la vida de una mujer y que al tener una pareja ideal, es el cúmulo de tu éxito, pero que si llegaste a los 30 sin pareja eres una “quedada”, canalizándolo como uno de los vínculos afectivos que podamos tener.

Se nos enseña que, sin pareja, estamos solos o sola, que no somos felices e incluso no la podemos alcanzar de esa manera. Pero en especial a las mujeres se nos inculca desde niñas que el amor es nuestra máxima aspiración. Recuerdo que desde los 7 años me decían “tienes que aprender a cocinar para que el día que te cases, sepas hacerle de comer a tu marido”; tengo 30 años, estoy felizmente soltera y, nunca aprendí a cocinar para un hombre, pero sí para mí.

Estereotipadamente y convertida en ya una cultura, los hombres, deben ser fuertes, valientes y enfrentarse a dragones para salvar princesas, ellas deben ser bellas, tiernas, delicadas, que tengan habilidades del hogar, siempre dispuestas y abnegadas. Pero siempre y lo único que nos da la felicidad es eso: encontrar nuestra media naranja. ¿Y quién dice que tú eres una naranja incompleta a quien le falta una mitad?

No existe la “Media Naranja”, existen las naranjas completas, busquemos paz, respeto, tolerancia, apoyo, equilibrio, locuras; nadie es incompleta, somos totalmente completas y felices sin depender de nadie. Con o sin pareja siempre tenemos que ser “Naranjas Completas”, las medias naranjas, esas solo en Hollywood, somos personas terminadas y autónomas que no necesitamos más que tenernos a nosotras mismas para ser felices.

Nos convertimos en personas adultas, insertadas en roles impuestos por el imaginario “amor romántico” culturalmente estipulado, basado en la desigualdad de género, en la discriminación femenina, en la sumisión, en la subordinación de la mujer al hombre.

El amor no mata, ni hiere, ni hace llorar, ni anula, ni encierra, ni insulta, ni humilla, ni grita. Para amar no hay que sufrir, ni aguantar. El amor no debe ser ciego, al contrario, te abre con intensidad todos los sentidos, no viene en mitad, es completo. Quien bien te quiere nunca te hará sufrir, te hará crecer como persona, te hará más fuerte, y vendrá a ser un complemento en tu vida, por que ya eres completa, solo suma, no restes en tu vida.


[1] Langarde, Marcela

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