La fantasía de la meritocracia y la realidad de la desigualdad en México

Grecia Guzmán @Greciaguzve

“Si naciste pobre no es tu culpa, pero si mueres pobre, eso sí es tu culpa.”

Estoy por cumplir los veintisiete años y con ello la reflexión sobre si he cumplido con las metas que imaginaba cuando era niña. ¿Por qué no es suficiente el esfuerzo que realizamos para superarnos? ¿Qué hábitos o cambios en nuestra mentalidad tenemos que modificar para alcanzar esas metas? Tratando de contestar esas preguntas me di a la tarea de escribir al respecto.

Igualdad de Oportunidades

Matilde nació el 04 de abril de 1970 en el municipio de Ensenada, Baja California. Sus padres, un médico y una enfermera que trabajaban en un hospital público, siempre enfatizaron la importancia del estudio y la motivaron a aprender inglés. Matilde estudió derecho en la universidad estatal, se casó con un abogado y tiene dos hijas que se educaron en escuelas bilingües. Matilde trabaja en el Poder Judicial de la Federación desde hace más de 20 años y percibe un salario de mil quinientos pesos diarios, con todas las prestaciones de ley. Matilde cuenta con orgullo que sus dos hijas son profesionistas y una de ellas estudia un posgrado en Estados Unidos.[1]

María nació el 04 de abril de 1970 en una comunidad rural mixe cerca de Matías Romero, Oaxaca, donde no había escuela. Su padre siempre pensó que para convertirse en una “buena mujer” no era necesario que asistiera a la escuela, sino que realizara las actividades propias de su sexo: las de casa y cuidado. María es analfabeta, se casó con un trabajador de la construcción y tiene cuatro hijos que no terminaron la preparatoria. María migró a la Ciudad de México en 1985. Desde que salió de Oaxaca, ha sufrido discriminación y maltrato. Desde hace más de 20 años realiza jornadas de 10 horas de trabajo doméstico. Gana trescientos pesos diarios. Después de varios años de trabajar en Estados Unidos, el esposo de María regresó a México y ha tenido dificultades para encontrar un buen empleo. [2]

María y Matilde son mexicanas y tienen los mismos derechos de acuerdo con la Constitución: a la educación, al trabajo digno, a la protección social en salud, entre otros. Sin embargo, el azar favoreció a Matilde desde su nacimiento y las brechas entre ellas se han ensanchado a lo largo de sus vidas.

Esta comparación revela la profunda desigualdad de oportunidades que presenciamos en México todos los días.[3] El origen de cada mexicano influye directamente en las oportunidades a las que puede acceder. Si todos naciéramos bajo las mismas condiciones, el fruto de nuestro esfuerzo no se vería tan diferenciado.

A pesar de ser la decimoquinta economía más grande del mundo, en México el origen es distinto, por lo que quienes nacieron ricos, difícilmente dejarán de serlo, mientras que los pobres, rara vez podrán ascender en la escala económica.

La movilidad social en el país -definida como el movimiento de las personas de un nivel socioeconómico a otro- es tan baja que siete de cada diez mexicanos que nacen en pobreza no lograrán superar esa condición a lo largo de su vida, según el Informe de Movilidad Social en México 2019 del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY).[4]

La igualdad de oportunidades se logra cuando las circunstancias de origen no determinan la posición social. En otras palabras, la igualdad de oportunidades refiere a que todas las personas partan del mismo punto de inicio.[5] Dicho esto, los “retos” a los que cada persona se enfrenta son distintos. Por tanto, resulta imposible entender que cada quien recibe lo que merece, conforme a lo que se esfuerza.

La meritocracia como esperanza de vida

Aceptamos la meritocracia como algo alentador. Nos han hecho creer que cada uno de nosotros está donde está por las decisiones que hemos tomado a lo largo de nuestra vida. Nos venden la idea de que morimos pobres porque no hicimos lo suficiente. Quienes replican esta narrativa, no alcanzan a percibir los factores que influyen en el desarrollo social de cada persona. Todas estas ideas logran que la desigualdad pase a segundo plano y se legitime.

Pero lamentable, la realidad de nuestro país es otra. No es suficiente lo que hacemos, hay que dobletear esfuerzos, horarios, mejorar hábitos, disciplinarse, sacrificarse, y solo entonces, alcanzar una calidad de vida digna.

¿Pero cuáles son los componentes de esta narrativa que sostienen la idea de que pueda ser posible? Según la tesis doctoral de título “Yo (no) merezco abundancia” de Máximo Ernesto Jaramillo Molina, el entendimiento de la narrativa meritocrática parte de tres componentes de análisis: el individualismo, el clientelismo y el estigma.

I. Individualismo: estricto o complejo

Según el componente más puro de la narrativa meritocrática, al que se le llama “Individualismo estricto”, los resultados económicos y sociales de las personas son mera consecuencia de las acciones, esfuerzo, del talento y del mérito propios. Es por esto por lo que las personas afines a esta percepción están en contra de la redistribución por parte del estado. Respecto del “Individualismo complejo”, este parte de la teoría de la igualdad de oportunidades, si bien no de resultados. Para ilustrar lo anterior, como se menciona en una de las entrevistas de la tesis antes citada “Los pobres no tienen las mismas condiciones de oportunidades que las demás personas (…) los pobres mueren pobres, pero más allá de eso, estas personas han caído en el conformismo de la situación de pobreza, por ejemplo, ya no van a la escuela (…) no lo ven necesario”. [6]

Ambas formas de individualismo coinciden en concebir cierta responsabilidad social a las personas en situación de pobreza, una responsabilidad individual ineludible sobre la propia situación, según la cual las personas tienen que hacerse cargo de sí mismas, ya sea con un primer empujón desde la sociedad o el gobierno, o sin éste. [7]

II. Clientelismo puro o responsabilidad social acotada

Otra dimensión de la narrativa meritocrática que resulta fundamental es aquella del “Clientelismo”, que percibe a la política social sencillamente como una relación clientelar en la que el gobierno otorga algún bien a cambio de fidelidad política o electoral. Por ejemplo, en otra de las entrevistas, el entrevistado menciona; “los programas de política social no son más que cosas populistas, que le sirven a los gobiernos para hacerse de más votos (…)”. Respecto al componente “Responsabilidad Social Acotada”, se percibe como complejo e incluso contradictorio, pues se refiere a que el estado atiende a ciertas personas, en función de objetivos específicos. Quienes tienen una visión cercana a esta postura piensan que proveer servicios públicos es mejor que “dar dinero” pues “la idea no sería tanto darles dinero, porque no sabemos a dónde va a parar (…) Algo más sería darles educación, en lugar de solamente dinero”.[8]

III. Estigma y dependencia o legitimidad sin reconocimiento

En cuanto al componente de la narrativa meritocrática relacionado con el estigma, primero es importante mencionar que este aspecto supone que, dado que los beneficiarios de programas sociales son responsables de su propia situación, cualquier programa social es ilegítimo.

A diferencia del componente puramente estigmatizante de la narrativa meritocrática, la variante de legitimidad sin reconocimiento no responsabiliza a los beneficiarios ni a los pobres de su situación. Sin embargo, esta variante insiste en la necesidad de condicionalidades que legitimen a los programas sociales, y que los beneficiarios demuestren ser merecedores de dichos programas. [9]

Cualquiera que sea la percepción de las personas, ninguna de estás las lleva a adoptar una posición opuesta a la meritocracia.[10] Queda claro que por años se ha alimentado esta narrativa arraigándose en el pensamiento de la ciudadanía, y en automático normalizando la pobreza y desigualdad, por que como bien se menciona “el pobre es pobre porque quiere”.

¿Cuáles son los retos a los que cada persona se enfrenta según su origen?

Para entender y dejar de minimizar el problema real, a continuación, menciono algunos de los retos (por llamarlos de una forma menos dura) a los que se enfrenta la población para alcanzar un nivel de vida adecuado.

Educación. El nivel educativo de un país tiende a estar relacionado directamente con su nivel de desarrollo económico. [11] Sin embargo, se tiene la idea de que al ofrecer educación se está otorgando igualdad de condiciones, pues queda en las “aptitudes” y “talento” de cada persona destacar y alcanzar un grado de estudios superior. Si bien es cierto que la educación es un derecho humano al que todas las personas deberíamos tener acceso, en nuestro país las circunstancias de origen definen, en buena medida, las perspectivas que se tienen a futuro, pues no todos logran concluir satisfactoriamente con sus estudios debido a los problemas económicos con los que se van encontrando.

Ingreso y movilidad. Según el Informe de Desigualdades en México 2018, entre países como Canadá, Dinamarca, Estados Unidos, Suecia y Reino Unido, México se encuentra en último lugar respecto a la Movilidad de Ingresos. Esta movilidad, sumamente baja, implica que el país no tiene un sistema efectivo para igualar las oportunidades de acceso de los ciudadanos a bienes y servicios cruciales.[12]

Empleo. De acuerdo con la definición de la Organización Internacional del Trabajo, el trabajo decente genera ingresos suficientes para cubrir las necesidades básicas, es estable, cuenta con protección social y se lleva a cabo en condiciones seguras (OIT 1999). Tomando en cuenta esta definición, la oferta laboral labora a la que nos enfrentamos carece de la mayoría de estos elementos. Por lo contrario, para una buena remuneración debemos aceptar ciertos sacrificios, que se resumen a jornadas de trabajo excesivas.

Desigualdad Tributaria. El gobierno debe decidir cuidadosamente qué bienes y servicios gravar, a quién y para qué cobrar impuestos, pero el cómo hacerlo es el rompecabezas más importante de las finanzas públicas al tratar el tema de desigualdad.

La correcta planeación de la política fiscal repercutiría en una mejor distribución del ingreso, en la creación de empleos y el crecimiento de la economía. En otras palabras, no es posible disminuir la desigualdad sin una política fiscal adecuada. [13]

Desigualdad de Género. De los adultos que tuvieron acceso a la educación superior, el 97.8% de los hombres participan en la economía, en comparación con sólo 69.3% de las mujeres. En este grupo selecto de personas con alta escolaridad, hay 80 veces más mujeres que hombres cuya ocupación principal son los quehaceres de su hogar. Si dedicarse a las labores del hogar fuera una elección libre, un número equivalente de varones con educación universitaria se ocuparía sólo de labores domésticas, pera la proporción es de tan solo el 0.2%. [14]

Inhalo, Exhalo y sigo adelante

A este punto de la lectura el escenario resulta aterrador. Esta es nuestra realidad, esto es lo que se debería de tomar en cuenta y dejar a un lado la posición del “comprueba que te lo mereces y que trabajaste por ello”. ¿Pero, qué se está haciendo al respecto para visibilizar la desigualdad y la farsa del mito de la meritocracia? Actualmente existen distintos movimientos sociales, organizaciones de la sociedad civil, y defensores, que buscan señalar la injusticia de la desigualdad. A través de estos movimientos se realizan campañas para alertar a todos los sectores de la sociedad sobre los problemas que genera la desigualdad extrema. Además, la mayoría de estos actores genera informes de investigación, que incluyen proyectos de propuestas para combatir este fenómeno en nuestro país, basándose o comprobado en otros países en los que el cambio ha sido posible. La desigualdad se puede revertir a partir de la colaboración entre actores políticos, sociedad civil y sector privado. México necesita un estado que trabaje para los muchos y no para los pocos, en donde se gaste con sentido en educación, salud y servicios básicos. Que impulse políticas para que las personas no trabajen para seguir siendo pobres. [15]

Antes de escribir este texto tenía tiempo cuestionándome si estaba esforzándome lo suficiente, no busqué escribir estas líneas como justificación a la realidad que estoy viviendo. Pero las situaciones me han orillado a buscar respuestas. No las he encontrado. Porque para los que nos ha costado “llegar” la realidad del país en el que vivimos nos resulta injusta y absurda. Abrazo mi proceso y cada paso que he dado hacia adelante, acepto con dignidad los retos que me faltan por atravesar. Me permito en ocasiones sentirme perdida, pero no pierdo la esperanza de construir una realidad diferente. Y para todos aquellos que se han identificado conmigo, o para quienes les ha sido aún más duro el camino; sepan que somos suficientes desde el momento en que persistimos y resistimos. Que el sonreír al recordar lo que nos ha hecho más fuertes, sea motivo suficiente para sentirnos orgullosos de lo que hoy somos.


[1] El Colegio de México . (2018). Desigualdades en México 2018. En R. d. El Colegio de México. Ciudad de México, México. : Fundación Colmex .

[2] El Colegio de México . (2018). Desigualdades en México 2018. En R. d. El Colegio de México. Ciudad de México, México. : Fundación Colmex .

[3] El Colegio de México . (2018). Desigualdades en México 2018. En R. d. El Colegio de México. Ciudad de México, México. : Fundación Colmex .

[4] Instituto Mexicano para la Competitividad, A. (2019). Índice de Competividad Internacional 2019. México: sueños sin oportunidad. IMCO. Obtenido de imco.org.mx.

[5] El Colegio de México . (2018). Desigualdades en México 2018. En R. d. El Colegio de México. Ciudad de México, México. : Fundación Colmex .

[6] Molina, M. E. (23 de Marzo de 2021). nexos.com.mx. Obtenido de Economia.nexos.com.mx: https://economia.nexos.com.mx/pobres-porque-quieren-entender-la-narrativa-meritocratica-en-mexico/#_ftn2

[7] Molina, M. E. (23 de Marzo de 2021). nexos.com.mx. Obtenido de Economia.nexos.com.mx: https://economia.nexos.com.mx/pobres-porque-quieren-entender-la-narrativa-meritocratica-en-mexico/#_ftn2

[8] Molina, M. E. (23 de Marzo de 2021). nexos.com.mx. Obtenido de Economia.nexos.com.mx: https://economia.nexos.com.mx/pobres-porque-quieren-entender-la-narrativa-meritocratica-en-mexico/#_ftn2

[9] Molina, M. E. (23 de Marzo de 2021). nexos.com.mx. Obtenido de Economia.nexos.com.mx: https://economia.nexos.com.mx/pobres-porque-quieren-entender-la-narrativa-meritocratica-en-mexico/#_ftn2

[10] Molina, M. E. (23 de Marzo de 2021). nexos.com.mx. Obtenido de Economia.nexos.com.mx: https://economia.nexos.com.mx/pobres-porque-quieren-entender-la-narrativa-meritocratica-en-mexico/#_ftn2

[11] Wossman, E. H. (2019). «The Role of Education Quality in Economic Growth» World Ban Policy Research Working. Obtenido de https://pdfs.semanticscholar.org/dde1/f536a0cfd06bde87b902c0185b7bb82af763.pdf

[12] El Colegio de México . (2018). Desigualdades en México 2018. En R. d. El Colegio de México. Ciudad de México, México. : Fundación Colmex

[13] Instituto Mexicano para la Competitividad, A. (2019). Índice de Competividad Internacional 2019. México: sueños sin oportunidad. . IMCO. Obtenido de imco.org.mx.

[14] El Colegio de México . (2018). Desigualdades en México 2018. En R. d. El Colegio de México. Ciudad de México, México. : Fundación Colmex

[15] Hernández, G. E. (junio de 2015). Desigualdad Extrema en México. Concentración del Poder Económico y Político. OXFAM México. Obtenido de https://www.oxfammexico.org/sites/default/files/desigualdadextrema_informe.pdf

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