“se mueve en la escena del mundo occidental una mujer
que conquistó el poder de disponer de sí misma,
de decidir sobre su cuerpo y su fecundidad,
el derecho al conocimiento y a desempeñar
cualquier actividad”.
– Viviana Erazo y Pilar Maurell

TW: @aleromte14
Eres una mujer libre, independiente y capaz de tomar tus propias decisiones hasta que se te ocurre ser libre, independiente y tomar tus propias decisiones de verdad y en serio; es entonces cuando se encienden todas las alarmas a tu alrededor y ya no eres todas esas cosas increíbles, no, ahora puedes llegar a ser «una cualquiera», «una regalada» y alguien a quien incluso pueden llegar a comparar con un animal o cosas peores porque te atreviste a retar al sistema patriarcal y sus formas, que te dicen que eres libre, independiente y que puedes tomar tus propias decisiones, hasta que de verdad lo haces.
Así es la vida de una mujer en México, un país que se encuentra dentro de las listas de países más machistas del mundo y en donde 7 de cada 10 mujeres de más de 15 años han experimentado algún tipo de violencia o abuso alguna vez en su vida (INEGI, 2016), de hecho en el marco del día internacional de la mujer, cuando ellas volvieron a casa después de haber estado en las calles exigiendo la igualdad de nuestros derechos, ya las esperaba el machismo en sus hogares, en el trabajo, en las escuelas, con sus amistades, diciéndoles que en el discurso está bien ser fuertes, ejercer poder sobre nuestros cuerpos y tomar decisiones propias sin estar influenciadas por estereotipos del “cómo se deben hacer las cosas”, siempre y cuando sea eso, solo discurso.
El machismo forma parte de una larga lista de retos que, tanto las mujeres como los hombres debemos enfrentar para construir mejores realidades. El origen del machismo y de las subordinaciones de las mujeres tal como las conocemos hoy hunden sus raíces en el proceso civilizatorio, entendido como cultura política típicamente citadina y patriarcal que surgió al compás de la revolución urbana, pero que dominó no solo sobre ciudades y aldeas antiguas; sino también sobre amplios espacios territoriales […], se trata entonces de la propia historia primigenia de nuestras instituciones políticas (Argerí citada en Daros, 2014), la historia de nuestra vida misma.
El machismo es una característica común a todas las clases sociales y culturales aunque sus manifestaciones cambien de un grupo a otro, la verdad es que, al menos en la cultura mexicana está tan normalizado que a veces ni siquiera las propias mujeres nos damos cuenta de los patrones que repetimos en nuestro día a día y, que inconscientemente creamos, convivimos y a veces hasta nos enamoramos de “los machos”, porque así se nos enseñó, en la familia, en la literatura y, además con un cine de inspiración nacionalista que algunos conocen como “la época de oro”, a soñar e idealizar al macho mexicano, fuerte, valiente, seductor, violento, fanfarrón, irritable, borracho, mujeriego, que dominaba y decidía el curso que debía tomar la historia.
Qué difícil es hablar de igualdad cuando todo nuestro sistema de vida está basado en estereotipos, que difícil es construir igualdad sobre cimientos de desigualdad, violencia y opresión, y es que el reconocimiento de la igualdad de derechos no significa nada cuando en la vida cotidiana se sigue clasificando y cosificando a las mujeres por sus conductas o por sus decisiones personales que poco o nada tienen que ver con sus capacidades profesionales, en ese contexto, en la lucha por el reconocimiento de derechos civiles y políticos, el papel del machismo ha dado como resultado que no exista un verdadero estado de intercambio de roles y lugares.
Al contrario, aún existe una jerarquización cultural y social de las características masculinas en detrimento de las femeninas y cuando se rompe con los estereotipos incomodas, ¿alguna vez te ha dado miedo o haz evitado tomar decisiones diferentes porque sabes que en el núcleo familiar o incluso entre tus amistades vas a escuchar la famosa frase “así no es como se hacen las cosas” o “esas no son las formas”?
Ese es el México machista, el México que prefiere mujeres oprimidas a mujeres libres, ¿en qué México quieres vivir tú?
BIBLIOGRAFÍA
Daros, William Roberto. «La mujer posmoderna y el machismo». Franciscanum 162, Vol. lvi (2014): 107-129 Disponible en http://www.scielo.org.co/pdf/frcn/v56n162/v56n162a05.pdf
Machillot, Didier. Machos y machistas. Historia de los estereotipos mexicanos. México: Paidós, 2013