
El 11 de marzo del 2020 la OMS declarara el nuevo coronavirus SARS-COV2 coloquialmente llamado COVID-19 como pandemia mundial.
En México tomamos a la ligera las alertas enviadas por la OMS ya que como típicos mexicanos creímos que la pandemia era algo que no existía, y no tomábamos ninguna precaución al respecto, aún cuando el 27 de febrero del 2020 se presentaba el primer caso de coronavirus en nuestro país.
En meses anteriores los hospitales de la república mexicana se encontraban saturados por Covid-19, más que de otra enfermedad, comenzando por la falta de disponibilidad de camas, así como artículos de equipo de protección personal, de consumo, y uno del cual nunca creímos que se volvería tan esencial como es el oxigeno embotellado.
Al pasar de los días comenzamos a reconocer a los médicos y enfermeros como héroes de bata blanca. Los veneramos y reconocimos su valentía de salir a enfrentar la pandemia aun poniendo en riesgo su vida y la de su familia.
Al ordenarnos una cuarentena interminable, la población sintió que perdió su libertad, pero la realidad es que perdimos mas que eso. Perdimos la presencia de familiares, amigos, conocidos; y no solo eso, perdimos el derecho a despedirnos de ellos.
¡Hemos perdido el derecho a un duelo digno!
Pese a que la Corte Interamericana de los Derechos Humanos[1] ha señalado “que los restos mortales de una persona merecen ser tratados con respeto y que se reconozca el valor que su memoria tiene para sus seres queridos, agrega que el conocimiento del paradero de los restos y su entrega a los familiares permite cerrar el proceso de duelo y sepultarlo de acuerdo a sus creencias” hoy en día ya no podemos hacerlo.
Al perder este derecho nos hacemos preguntas como, ¿Por qué no podemos velar según nuestras creencias a nuestros seres amados?, ¿Por qué no podemos ir a reconocer su cuerpo presencialmente?, ¿Por qué no pueden estar sus seres queridos presencialmente para velarlo?, ¿Por qué no tener un duelo digno en tiempos de Covid-19?
Tenemos derecho a la salud, a gozar del mas alto nivel de bienestar físico, mental y social, incluyendo a su vez atención a la salud oportuna y apropiada, incluyendo el derecho a una muerte digna, a respetar y garantizar los derechos de familiares de las personas fallecidas, permitir los ritos mortorios de manera adecuada a las circunstancias. Asimismo, adoptar medidas que permitan la identificación de las personas fallecidas y la trazabilidad de sus cuerpos, asegurando el derecho a la verdad, siendo prioridad los derechos de los familiares de las personas fallecidas y así como garantizar la protección de los datos personales de las fallecidos y familiares coordinando cada decisión.
Actualmente según la información de la Organización Mundial de la Salud, como resultado de la pandemia COVID-19 a la fecha han fallecido mas de 2,31 millones personas, de las cuales 166.000 decesos pertenecen a México.[2] La buena noticia es que ya comenzaron con la aplicación de la vacuna a los adultos mayores de 60 años, en 333 municipios, de los 32 estados del país.
El presente artículo el derecho perdido a un duelo digno, se lo dedico a todas aquellas personas y familias que han perdido a un ser querido y no han podido despedirlo como hubiese deseado, rodeado de todas las personas que la o lo hicieron feliz en vida, y que actualmente luchan con el terrible peso de dolor de perder a un familiar en tiempos de COVID.
¡Hay una generación sin despedirse de sus seres amados!
En especial se lo dedico a una mujer guerrera, que a pesar de su dolencia en sus pulmones a causa del covid-19, fue una mujer fuerte, valiente, audaz, transparente y sobre todas las cosas confiaba en Dios, luchó en todo momento por superar la enfermedad, sin dar queja alguna, sin hacer que sus familiares sintieran temor de perderla, simplemente una GUERRERA.
Se ha perdido el derecho al duelo digno de esta hermosa mujer, ya que no pudo ser velada según sus deseos y creencias, sus familiares no pudieron verla por ultima vez, y el proceso de cremación fueron las 5 horas más eternas.
Se hace un eterno agradecimiento a todo el personal medico que apoyó en todo momento, brindado atención personalizada, permitiendo llamadas telefónicas y video llamadas y enviando informes diarios de su estado de salud, permitiendo que el proceso fuese lo menos doloroso posible para sus familiares.
Mi bella tía – abuela, llevo en mi memoria cada momento compartido contigo, cada tierna caricia y cada palabra de consuelo; llevo tu corazón cerca del mío y al sentir una repentina ráfaga de viento se que eres tu dándome una señal que sigues conmigo.
Te amo infinitamente
En memoria de:
MARTHA JIMÉNEZ LÓPEZ
29 Julio 1955 – 29 de diciembre 2020

[1] https://www.corteidh.or.cr/
[2] (Naciones Unidas, 2021)