La brecha salarial: un problema que debería ser inconcebible.

No estoy aceptando las cosas que no puedo cambiar, estoy cambiando las cosas que no puedo aceptar.

 (Davis, 2018)
Carmen Alessa Díaz Garrido, politóloga feminista y activista

Actualmente México tiene hasta el -47.1% de brecha salarial[1], generalmente, este tipo de desigualdad se expresa en porcentajes globales; pero de vez en cuando conviene referirse a estos desequilibrios en montos de dinero e imaginarse una persona concreta.

Eres tú. Eres esa mujer que gana 7mil 500 pesos al mes mientras tu compañero gana 10 mil[2] por realizar el mismo trabajo que tú.

¿Por qué recibes menos salario? Porque tu jefe cree que tienes menos capacidad de compromiso, asume “inconscientemente” que todo el tiempo estás pensando en las tareas domésticas y el problema se agravará si te conviertes en madre.

Ser madre en México significa que tienes la obligación de cuidar, mantener y amar sin descanso a tu hijx. ¿Sabes lo difícil que ha sido comprobar esto para las feministas?

La siguiente pregunta es ¿por qué las mujeres “aceptamos” trabajar con salarios inferiores? La lógica del “si tú no lo quieres hay alguien más que sí” está cimbrada en el neoliberalismo capitalista, es la necesidad la que nos obliga a aceptar condiciones de trabajo desiguales, es el miedo el que impide exigir justicia y es la vulnerabilidad la que perpetúa el problema.

Estadísticamente las mujeres invertimos 39 horas en trabajo doméstico a la semana, mientras que los hombres únicamente invierten 14[3], y sin importar si las mujeres tienen o no un trabajo remunerado, hacemos las tareas domésticas y nos encargamos de enseñar a las demás personas de ese hogar a desempeñarlas “correctamente”.

¿Quién te enseñó a usar la lavadora?, ¿quién te enseñó a planchar?, ¿quién te enseñó a barrer?, ¿quién te enseñó a cocinar?, tienes el privilegio de poder pagar por las tareas domésticas, ¿contratas hombres o mujeres?, para cuidar a tus hijas ¿contratarías a un hombre o a una mujer?

Exigirnos ser las encargadas de transformar el cuidado, como se entiende socialmente, en el día a día, también es una opresión para las mujeres.

Me refiero a las ironías que nos reclaman por criar “hijxs machistas”, como si eso fuera decisión y responsabilidad nuestra. Además, asumimos dobles o triples roles, es decir: somos mujeres con jornadas de 24 horas diarias sin descanso y sin remuneración económica.

Este hecho multiplica la brecha salarial[i] de formas que hasta ahora no se han medido y limita mucho más la oportunidad de crecimiento y desarrollo laboral. Bien lo dice la teórica Silvia Federici: eso que tú llamas amor yo lo llamo trabajo no pagado.

Debería ser inconcebible que tantas personas -en especial, mujeres- no estén en condiciones de aprovechar plenamente su vida.

 (Fundación Rosa Luxemburg, 2013).

Las leyes sobre equidad e igualdad de género no han resuelto en nada los problemas sistémicos que vivimos, por lo que es fundamental resignificar el trabajo, redistribuir el cuidado,  y fomentar otro tipo de estructuras económicas basadas en la economía social y solidaria y en la economía feminista y así, nosotras como mujeres tener la oportunidad de acceder verdaderamente a un trabajo digno y bien remunerado sin tener que obedecer a patrones productivistas, individualistas y egoístas, ya que se ha demostrado la incompatibilidad de la ética capitalista con la igualdad de género.

Resultará complejo para muchas de nosotras asumirnos víctimas de este sistema porque se nos ha enseñado a no serlo, porque se nos ha hecho creer que está en nosotras poder cambiar estas desigualdades, porque se nos ha hecho creer que es una cuestión de actitudes o incluso de aptitudes vivir o no la violencia, también nos han dicho que es nuestra naturaleza quedarnos en casa y ver por lxs hijxs porque desde hace miles de años los hombres salían a cazar y las mujeres se quedaban en las cuevas, eso, también es falso.

Hay comunidades que ya se unieron para tener crianzas compartidas, hay comunidades que ya realizan diferentes tipos de economías mucho más humanas.

La economía social y solidaria “pone en el centro de la economía el bienestar de las personas, situando los recursos, la riqueza, la producción y el consumo como meros medios para alcanzar tal fin.” (Martín, 2016). La economía feminista aporta el estudio del cuidado, es decir, quién cuida a lxs hijxs, quién piensa en qué jabón de ropa usar, quién se encarga de buscar la mejor escuela o de ir a preguntar los requisitos de inscripción, quién cuida a los abuelos y a las personas con altas necesidades de cuidado (Enríquez, 2015) y la importancia de esto para poder subsistir de forma igualitaria.

La mezcla de estos entendimientos económicos se trata de responsabilidad compartida, de visibilizar y entender que no nos corresponde a las mujeres la supervivencia de las demás personas, que es un asunto de todes cuidar de quiénes lo necesitan, porque un día, bajo este sistema en el que cada vez te sientes peor física y emocionalmente, tú también vas a necesitar que te cuiden.

Es momento de exigir nuestros derechos. Es momento de visibilizar que somos mujeres vulneradas y aceptarnos así sin miedo. Es momento de que sepan que si no te hubieras convertido en madre tu futuro laboral hubiera sido distinto. Es momento de que sepan que muchas veces tuviste que esforzarte el doble porque “eres mujer”. Es momento de reconocernos víctimas del sistema y de unir esfuerzos para que todas podamos vivir en un mundo mucho más igualitario, respetuoso de la vida y del crecimiento personal. Este es el momento para dejar las creencias de la maternidad añorada, de la mujer empoderada, de la mujer fuerte, de la mujer que lucha por ser diferente a “las demás” como si las demás fuéramos un problema.

Es necesario crear un sistema de cooperación, intercambio de conocimientos y generación de redes que favorezca condiciones de igualdad y pleno desarrollo para todas las personas (Escuela de Economía Social., 2016). Imagina un espacio de trabajo en donde reconozcan tus saberes, en donde valoren tu trabajo y sobre todo, te valoren como persona, en la que todas las personas tengan los mismos ingresos y no “las mismas oportunidades”, en donde se respete el medio ambiente, en donde se respeten tus emociones, se te reconozca humana y se te dé la oportunidad de tener una vida digna.

La brecha salarial no va a desaparecer con políticas de igualdad en el sistema capitalista simplemente porque es inviable. Pero si otra economía es posible, ¿por qué nos negamos a ella?, ¿Por qué nos aferramos a creer que algún día todo será diferente pero no hacemos nada al respecto? hoy no estás sola y juntas somos más fuertes.

Trabajos citados

Camacho, E. (07 de 04 de 2020). Las mujeres trabajan doble en tiempos de pandemia. Obtenido de https://gatopardo.com/noticias-actuales/las-mujeres-trabajan-doble-en-cuarentena-covid/

Consejo Nacional de Evaluación de Política de Desarrollo Social. (2020). POBREZA Y GÉNERO EN MÉXICO: HACIA UN SISTEMA DE INDICADORESINFORMACIÓN 2008–2018. COMUNICADO DE PRENSA No. 05 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, (pág. 5). Ciudad de México. Recuperado el 29 de 09 de 2020, de https://www.coneval.org.mx/SalaPrensa/Comunicadosprensa/Documents/2020/Comunicado_05_DIA_INTERNACIONAL_DE_LA_MUJER.pdf

Davis, A. (18 de junio de 2018). Amnistía Internacional. Obtenido de https://www.es.amnesty.org/en-que-estamos/blog/historia/articulo/10-frases-celebres-sobre-libertad-y-feminismo/

Enríquez, C. R. (2015). Economía feminista y economía del cuidado. Aportes conceptuales para el estudio de la desigualdad. Nueva sociedad. Obtenido de Nueva sociedad: https://nuso.org/articulo/economia-feminista-y-economia-del-cuidado-aportes-conceptuales-para-el-estudio-de-la-desigualdad/#footnote-2

Escuela de Economía Social. (2016). Escuela de Economía Social. Obtenido de Otra economía es posible, la estamos creando.: http://ecoosmx.com/quienes-somos/

Fundación Rosa Luxemburg. (2013). Alternativas al capitalismo/colonialismo del siglo XXI. Ciudad de México: a.

INEGI. (19 de 09 de 2019). Instituto Nacional de Estadística y Geografía. Obtenido de https://www.inegi.org.mx/contenidos/saladeprensa/boletines/2019/StmaCntaNal/CSTNRH2019.pdf

Instituto Nacional de las Mujeres. (2016). Brecha salarial de género en México. México: Gobierno de México. Recuperado el 29 de 09 de 2020, de http://cedoc.inmujeres.gob.mx/documentos_download/101271.pdf

Martín, E. N. (12 de febrero de 2016). La Economía Social y Solidaria: una economía para las personas. Obtenido de El portal de la economía solidaria: https://www.economiasolidaria.org/recursos/biblioteca-la-economia-social-y-solidaria-una-economia-para-las-personas/


[1]  (Instituto Nacional de las Mujeres, 2016)

[2]  (Consejo Nacional de Evaluación de Política de Desarrollo Social, 2020)

[3]  (Camacho, 2020)


[i] En 2018 el valor económico del trabajo no remunerado en labores domésticas y de cuidados registró un nivel equivalente a 5.5 billones de pesos, lo que representó el 23.5% del PIB del país. Adicionalmente, el trabajo no remunerado encaminado a la producción de bienes de autoconsumo contribuyó con el 1.4% del producto y las labores de los menores entre 5 y 11 años el 0.2 por ciento. (INEGI, 2019)

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