
A Virginia y Ángela, mujeres indígenas mazatecas, las mató la violencia machista. Ambas jóvenes, ambas con la esperanza del progreso, a una de ellas un matrimonio forzado y lleno de agresiones le arrebató la vida; la otra falleció producto de la omisión violenta de sus familiares, quienes al considerarla una “mala mujer”, por decidir cómo forjar su historia, la dejaron agonizando por tres meses tras un parto lleno de complicaciones.
La historia de ambas hoy la cuenta Mary, su sobrina de 67 años, a quien también le negaron el derecho de imaginar su futuro y construirlo, obligándola a unirse a alguien más en un matrimonio forzado, como pasó también con su madre, su abuela, su bisabuela y sus hermanas.
A unos 40 años de la muerte de sus ancestras, Mary ella recuerda que en su niñez y juventud, que vivió en el estado de Oaxaca, “para los hombres las mujeres no valían nada: podían maltratarte, violarte y también matarte, sin que nada pasara”.
De familia numerosa, Virginia y Ángela nunca supieron en la Sierra Mazateca de Oaxaca de las fechas que hoy hacen eco para una parte de las mujeres del mundo. También eso les negaron.
Nadie les contó que el 8 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Mujer y mucho menos, pudieron saber que el 25 de noviembre se instituyó como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra ellas. Sin embargo, esas agresiones que hoy se condenan y se repudian, sí las mataron… apagaron sus vidas por el sólo hecho de su condición de género.
Lamentablemente hoy, pese al paso de las décadas, se acumulan las historias de otras Virginias y Ángelas en el mundo, mujeres que no han sido nombradas en los gritos de justicia y cuyas historias pasarán al olvido, porque el patriarcado y la discriminación por su identidad indígena han querido condenarlas a no ser recordadas.
Por otro lado, también en el presente es importantes hablar de las Ángelas y las Virginias, mujeres a las que hoy mismo les han negado conocer y ejercer sus derechos. También aquellas a las que no se les ha permitido saber que no están solas, pues tienen hermanas que luchan por un mundo en el que todas puedan vivir sin ser perseguidas por ser mujeres.
“A mi tía Virginia todos veían como la maltrataban, el abuelo y sus hermanos. No sé por qué nadie hizo nada para ayudarla, o sí pensaban que lo que vivía estaba bien”, platica Mary, quien se define a sí misma como una mujer que aprendió a ser fuerte, porque “desde niña tuve los ojos muy abiertos para saber que no estaba bien cómo trataban a las mujeres, como maltrataban a mi madre”.
Este #25N es justo una fecha para recordar la deuda histórica y enorme que existe con las mujeres, con todas desde sus distintas realidades.
Tan sólo en México, de acuerdo con cifras oficiales del Secretariado Ejecutivo del Sistema Estatal de Seguridad Pública (SESNSP), en los últimos cinco años, por lo menos 18 mil 997 mujeres han sido asesinadas con dolo en México. La cifra duele, pero también duele la impunidad, porque de estas víctimas, sólo por 4 mil 514 se investiga el delito de feminicidio.
Además están las que faltan, por las que no se ha pedido justicia o a quienes no se les ha permitido siquiera exigirla, Virginias y Ángelas que no están en las estadísticas, pero sí en los corazones de las mujeres que aún pueden darles voz.