
A 67 años del derecho de las mujeres a votar y ser votadas, únicamente nueve mujeres han sido gobernadoras, algo que no se había puesto tanto en cuestión hasta ahora. En el contexto de la legislatura de la paridad, en la cual se logró obtener la mitad de la representación para las mujeres en ambas cámaras, ahora buscamos la #ParidadEnGubernaturasYa. En este sentido, el INE recientemente aprobó criterios en que los partidos tendrán que postular a candidatas mujeres por lo menos en la mitad de las gubernaturas en las siguientes elecciones. Pese a las resistencias, porque ya se presentaron y continuarán, ¿qué lecciones fueron relevantes en el proceso electoral de 2018, en el que dos de las nueve gobernadoras de la historia fueron elegidas?
Cuando hablamos de la igualdad en la representación política entre hombres y mujeres, son comunes los recordatorios feministas de que es un logro limitado si buscamos, por ejemplo, perspectiva de género y políticas públicas en la materia. Más aún si buscamos igualdad sustantiva, es decir, la total integración de las mujeres en la vida política de las democracias. Si bien es una observación pertinente, y la igualdad en la representación política es un paso de muchos, sigue siendo esencial, pues, como señalan las autoras[1], la igualdad descriptiva (número de cargos) es un reflejo de la igualdad sustantiva al interior de los partidos, los organismos electorales y de la cultura política.
El rezago de la presencia de las mujeres en estos cargos no es exclusivo de México. A nivel global se tiene que a mayor nivel de representación, menor presencia de las mujeres; tal es el caso de la representación en un 6.6% como Jefas de Estado y de 5.2% como Jefas de Gobierno en 2019. Por lo anterior, las recomendaciones internacionales hacen hincapié en incrementar el acceso a cargos políticos locales y, paulatinamente, acceder a cargos más altos de representación[2].
En México, los cambios más notables se concentran en los poderes legislativos; basta mencionar que, a nivel federal, las cuotas pasaron de un 30% para garantizar la participación de las mujeres en el 2000, a incrementar al 40% en 2005 y, finalmente, al 50% en 2015. Mientras tanto, los poderes ejecutivos se encuentran rezagados, o han tenido un avance lento, como es el caso de la presencia de las mujeres como presidentas municipales que tuvo un avance de apenas 3.4% en 7 años[3].
El proceso electoral de 2018 fue una coyuntura importante para comprender los retos de la democracia para el futuro en nuestro país. En primer lugar, se disputaron el número más alto de cargos de elección popular en el contexto de las transformaciones más visibles en las fuerzas políticas de los últimos años. Las tres principales, el PRI, el PAN y el PRD sufrieron de fenómenos como el transfuguismo de sus militantes –el cambio de un partido político a otro- y la necesidad de formar amplias coaliciones para compensar la modificación de las preferencias electorales. Lo anterior fue acrecentando el panorama de incertidumbre a nivel subnacional –en los estados y municipios- teniendo efectos como el incremento de la violencia política, como es el caso de 48 personas candidatas asesinadas, 8 de ellas mujeres[4].
En la contienda hubo 11 candidatas de 7 estados distintos: 5 en la Ciudad de México y el resto en Veracruz, Morelos, Jalisco, Tabasco, Puebla y Guanajuato. El Índice de Fortaleza de Diseño Electoral[5], que evalúa la legislación electoral de los estados en materia de paridad de género, se divide en Mayoría Relativa (MR) –caso en el que la candidatura que obtenga más votos gana el cargo- y Representación Proporcional (RP) –que se decide por el porcentaje de votos de los partidos-. Por un lado, los estados de las candidatas se encontraban mejor calificados en RP que en MR, lo cual podría inferir el mayor peso de las reglas informales que se tiene, el cual interviene en los procesos de campaña y la selección de candidaturas. Por otro lado, en el caso de la CDMX y Puebla, los estados cuentan con calificaciones altas, mientras que en los dos estados donde no hubo candidatas, Chiapas cuenta con la calificación más baja de los estados desagregados, mientras que Yucatán muestra un aumento de apenas el 8% en la representación efectiva de las mujeres a pesar de la buena calificación de sus reformas. De lo anterior podría inferirse la necesidad de un piso mínimo de paridad en los estados para la existencia de candidaturas y de un piso fortalecido para candidaturas exitosas.
Los partidos políticos minoritarios concentran a la mayoría de las aspirantes a gobernadoras. Lo anterior en un contexto de rupturas al exterior, entre coaliciones, como es el caso de Todos por México, del PRI, PVEM y Panal, que fue la que menos alianzas logró a nivel nacional y que para la CDMX los tres partidos compitieron por separado, dos con candidatas mujeres. Mientras que otras fueron producto de rupturas al interior de los partidos, como es el caso de Judith González Sheridan quien salió de Morena por diferencias partidistas y fue lanzada también por un partido minoritario, el Panal. En este sentido, destaca que la normativa de los partidos minoritarios que postularon a mujeres cumplen con un piso mínimo, como el Panal que fue el que más postulaciones tuvo, 4, y el PVEM que contó con 3 candidaturas, los cuales obtuvieron una calificación alrededor del promedio entre los partidos políticos nacionales[6].
Las trayectorias de las candidatas son otro aspecto que nos ayuda a explorar los factores que influyen en la contienda, especialmente las reglas informales. En primer lugar, se tiene que tan solo una cuarta parte obtuvo un porcentaje mayor al 5% de la votación. En segundo lugar, poco más de la mitad de las aspirantes contaba con trayectoria en el partido político en el que fue propuesta, mismo porcentaje para las candidaturas que fueron resultado de conflictos partidistas al exterior o al interior. El peso de las reglas informales pone en cuestión qué tanto las mujeres disputan las candidaturas competitivas.
La violencia política de género fue parte del proceso electoral. Es remarcable que los casos que fueron tipificados como tales por los tribunales electorales de sus estados fueron los de las dos candidatas ganadoras. En el caso de Claudia Sheinbaum se le difamaba en relación con su ex esposo en videos de YouTube[7], mientras que Martha Erika Alonso, quien falleció a meses de tomar el poder en un accidente aéreo, denunció casos de violencia política de género durante la elección y al término de esta, en lo que destaca un spot del PRI que recibió sanción por reafirmar estereotipos de género al afirmar que su candidatura se debía a su matrimonio con un político.[8]
Los datos anteriores ayudan a dibujar escenarios en los que se infieren algunos de los factores que inciden para que una mujer llegue a ser gobernadora de su estado. Los partidos políticos, los organismos electorales y las entidades cobran un gran papel desde su legislación, hasta el peso de sus reglas informales que se refleja en las trayectorias de las candidatas. Mientras continuamos debatiendo cuál es el mejor camino para que las mujeres tengamos autonomía y decidamos sobre nosotras mismas y sobre nuestro entorno, la exigencia por la #ParidadEnGubernaturasYa es imprescindible en la conformación del piso mínimo en los espacios de representación política que proporcionalmente como mujeres nos corresponden.
[1] Medina Espino, Adriana, La participación política de las mujeres. De las cuotas de género a la paridad, Centro de Estudios para el Adelanto de las Mujeres y la Equidad de Género CEAMEG, 2010, p. 25-28
[2] World Federation of the United Nations, Increasing Women’s Political Participation A Primer on Best Practices, WFUNA, 2013.
[3] López Barajas, María de la Paz, Participación política de las mujeres a 60 años del reconocimiento del derecho al voto femenino, ONU, PNUD, IDEA, 2013, p. 28.
[4] Peralta, Montserrat, Violencia política de género cobra la vida de 8 candidatas, El Universal, 2018, https://www.eluniversal.com.mx/elecciones-2018/violencia-politica-de-genero-cobra-la-vida-de-8-candidatas
[5] Freidenberg, Flavia y Alva Huitrón, Raymundo, “¡Las reglas importan! Impulsando la representación política de las mujeres desde las leyes electorales en perspectiva multinivel”. En Freidenberg, Flavia, La representación política de las mujeres en México, INE, UNAM, 2017, pp. 1-44.
[6] Freidenberg, F. & Alva Huitrón, Raymundo, “¿Qué han hecho los partidos por las mujeres? Una propuesta para medir la igualdad sustantiva entre mujeres y hombres en los partidos mexicanos”. En Freidenberg, Flavia, La representación política de las mujeres en México, INE, UNAM, 2017, pp. 167-216.
[7] Stettin, Cinthya, Tribunal Electoral de CdMx valida violencia política en contra de Sheinbaum, Milenio, 2018, https://www.milenio.com/politica/tribunal-electoral-cdmx-valida-violencia-politica-sheinbaum
[8] Juárez, Magali, TEPJF ‘baja’ spot del PRI por violencia política de género, El Financiero, 2018, https://www.elfinanciero.com.mx/elecciones-2018/tepjf-baja-spot-del-pri-por-violencia-politica-de-genero