«Nunca te entregues ni te apartes junto al camino, nunca digas ‘no puedo más’ y aquí me quedo.
La vida es bella; tú verás cómo, a pesar de los pesares, tendrás amor, tendrás amigos.
– José Agustín Goytisolo, 1992
Me gustaría comenzar este artículo planteándote las siguientes interrogantes: ¿Alguna vez te has encontrado en una situación que parecía ser el peor momento de tu vida? ¿Qué hiciste en ese momento? ¿Cómo transformaste esa experiencia? ¿Quiénes estuvieron contigo?
En el escenario global, México se ha destacado como un país donde las mujeres han enfrentado históricamente desafíos y discriminación establecidos por las estructuras sociales y culturales. Según datos de la ONU, a nivel mundial, al menos una de cada tres mujeres ha sufrido violencia física o sexual, principalmente por parte de su pareja. En México, este problema es aún más alarmante, ya que el 47% de las mujeres ha sido víctima de violencia por parte de su pareja (Gorbixha, 2016). Por lo tanto, no es sorprendente afirmar que las mujeres debemos exigir y luchar frente al Estado para lograr el reconocimiento y respeto de nuestros derechos humanos.
En el contexto feminista, hemos sido testigos de la resiliencia de todas las mujeres que han sido víctimas de violencia de género, discriminación laboral, falta de acceso a la educación, atención médica y participación política. Y a pesar de estos desafíos, han encontrado la fuerza para levantarse cada día y seguir avanzando para luchar por un futuro justo e igualitario para las siguientes generaciones.
Así como yo, muchas mujeres y niñas hemos sido expuestas a múltiples juicios e incluso al rechazo por parte de nuestros seres queridos. Esto se debe a que vivimos en una sociedad que dicta que las mujeres no tienen derechos, sino obligaciones. Recuerdo que hace poco, el simple hecho de mencionar estar a favor del movimiento feminista se convertía en la estrategia perfecta para arruinar la cena de Navidad en familia y, muy probablemente, ser eliminada del testamento familiar.
Sé que al principio puede resultar doloroso enfrentar este rechazo que trae la lucha y defensa de los derechos humanos, y en parte, esto se debe a la desinformación y a la persistencia del statu quo de la sumisión femenina, lo que ha hecho que el camino no sea fácil. Sin embargo, al cambiar mi percepción y comenzar a aceptar los efectos positivos de nuestra lucha, descubrí que ser rechazada por un núcleo cerrado y condicionante me abrió las puertas a espacios donde mi voz tiene poder. El movimiento feminista nos brinda visibilidad y nos permite expresarnos sin restricciones ni limitaciones, tal es el ejemplo de este espacio que se nos regala a las mujeres para exponer nuestras ideas y pensamientos, dando difusión y empoderamiento a todas aquellas niñas que en su infancia les prohibieron alzar la voz.
Personalmente, el movimiento feminista me ha brindado una perspectiva invaluable: reconocer que hay personas que buscan la equidad y la reducción de la violencia de género, me demostró que no soy la única persona que busca una sociedad llena de oportunidades para todas y todos. Y al mismo tiempo, promueve la creación de espacios seguros donde podemos ser nosotras mismas, sin necesidad de cumplir o satisfacer las expectativas de terceros.
Recuerda que no todo lo que nos trae el destino es una mala jugada. A veces, es el comienzo de una nueva etapa en nuestra vida en donde estamos destinados a conectar y vincularnos con personas que tienen los mismos objetivos que nosotras. No tiene precio el saber que cada día estamos más cerca de conseguir una sociedad consciente e igualitaria para todas y todos.
Referencias:
Gobixha. (2016, 25 noviembre). En México 1 de cada 3 mujeres ha sufrido violencia física o sexual. Codigo DH. https://codigodh.org/2016/11/24/en-mexico-1-de-cada-3-mujeres-ha-sufrido-violencia-fisica-o-sexual/#:~:text=De%20acuerdo%20con%20la%20agencia,por%20parte%20de%20su%20pareja.
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