
Antropóloga, investigadora, activista social y creadora de contenido.
IG/X: @vaniabelt
Nos encontramos en junio, el mes del Orgullo LGBTIQA+, un mes que invita a la visibilización, celebración y reflexión sobre las identidades sexo-genéricas diversas y sus luchas cotidianas. No obstante, aquello que comenzó como un movimiento crítico, autónomo y reivindicativo de los derechos de las personas LGBTQIA+, orientado hacia la igualdad, hoy se ve permeado por la apropiación empresarial y partidista, así como por la monetización de su causa. La marcha del orgullo, en consecuencia, corre el riesgo de convertirse en un simple desfile, carente de sentido crítico y de compromiso con la lucha social.
Historia del movimiento LGBTQ+ en México
La primera marcha del orgullo LGBTQ+ en México tuvo lugar el 29 de junio de 1979 en la Ciudad de México. Esta manifestación, denominada «Marcha del Orgullo Homosexual de México», surgió como una denuncia frente a la represión policial y la discriminación sistemática hacia personas homosexuales, lesbianas y travestis.
Este movimiento encabezó luchas fundamentales para los derechos de la diversidad sexual en el país, entre ellas el matrimonio igualitario, la despatologización de las identidades LGBTQ+ y el acceso equitativo a servicios de salud pública, con especial énfasis en la atención a personas que viven con VIH/SIDA.
Es importante señalar que lo que hoy se conoce como comunidad LGBTIQA+ también debe entenderse como un movimiento interseccional, que ha construido alianzas estratégicas con otras luchas sociales. Ejemplo de ello son los feminismos, donde la búsqueda por la liberación sexual generó vínculos políticos y afectivos con las disidencias sexuales. De igual manera, las luchas antirracistas, antifascistas y anticapitalistas han nutrido y fortalecido el movimiento por la diversidad sexual.
En México, las universidades públicas jugaron un papel clave en la gestación de diversos movimientos sociales, entre ellos el de la diversidad sexual. Los espacios estudiantiles funcionaron como núcleos de encuentro para una pluralidad de luchas disidentes, facilitando el intercambio de experiencias marcadas por la violencia estructural y la discriminación. Este intercambio generó alianzas sólidas que impulsaron la articulación y el crecimiento del movimiento LGBTQ+.
Guadalajara “capital gay”
Guadalajara es reconocida como una de las ciudades más relevantes en México para la comunidad LGBTIQA+, al concentrar una significativa presencia tanto de personas pertenecientes a la diversidad sexual como de simpatizantes. Pero esto no fue un hecho fortuito, sino que se logró de una trayectoria construida a través de la lucha y la resistencia colectiva.
La primera marcha del orgullo en Guadalajara se realizó en 1982, constituyendo un hito histórico en la visibilización y en la reivindicación de los derechos de la comunidad en el estado. Esta manifestación respondió a un contexto local marcado por la represión, el hostigamiento policial, la discriminación y la negación sistemática de derechos hacia las personas de la diversidad sexo-genérica.
En Jalisco se ha desarrollado toda una historia de activismo, protagonizada por diversos sujetos, colectivos y organizaciones que han contribuido a la consolidación del movimiento LGBTIQA+. A través de la articulación, la movilización y la acción colectiva, se han impulsado avances significativos en materia de derechos, visibilización y reconocimiento de las identidades disidentes en el ámbito estatal.
La importancia de la Marcha del Orgullo
La Marcha del Orgullo constituye un movimiento histórico de visibilidad y resistencia por parte de la pluralidad de orientaciones sexuales e identidades sexo-genéricas disidentes. Si bien su origen se vincula con influencias del activismo estadounidense, en el contexto mexicano ha sido resignificada para responder a las necesidades específicas de la diversidad sexual nacional. En particular, ha funcionado como un espacio de denuncia política constante, en el que se exige el reconocimiento de derechos que históricamente han sido negados.
En el caso de Jalisco, persiste una necesidad urgente de continuar la lucha por los derechos humanos de las personas LGBTIQA+, así como de exigir —e incluso disputar— aquellos derechos que les fueron negados históricamente. Estas movilizaciones, además, deben entenderse como respuestas colectivas frente a una opresión sistemática ejercida desde múltiples instituciones, entre ellas la familia, el Estado y los cuerpos policiales, que han sido históricamente responsables de reproducir la violencia hacia las disidencias sexuales.
El Bloque Critico Disidente y su critica a monetización del movimiento
En este contexto histórico de luchas y resistencias, surge en Guadalajara el Bloque Crítico Disidente (BCD). Fundado en 2017, este colectivo se conforma a partir del devenir de las movilizaciones sociales y de la necesidad de construir una crítica reflexiva desde y para la diversidad sexual. El BCD nace como respuesta a la falta de representación política en las marchas del orgullo en Guadalajara, donde se percibía una pérdida del sentido crítico y una reducción del evento a un desfile superficial, desvinculado de sus raíces de lucha.
Dana González, miembro fundador del Bloque Crítico Disidente, señala que la organización surge como una herencia de movimientos sociales previos, con el objetivo de seguir promoviendo el pensamiento crítico y la defensa de los derechos humanos de las poblaciones LGBT+ y disidentes. Además, destaca que el Bloque se constituye como una crítica política y social, así como una autocrítica al dinero rosa y al capitalismo rosa.
El «capitalismo rosa» es una crítica al modo en que el sistema capitalista incorpora y mercantiliza las identidades LGBTQIA+, transformando su lucha por los derechos en una oportunidad de consumo y con fines lucrativos. Y el concepto de «dinero rosa» alude al creciente poder adquisitivo de la comunidad LGBTQIA+, cuya capacidad de consumo ha sido reconocida por diversas empresas.
Edgar Hernández, miembro del Bloque Crítico Disidente y parte de la comunidad asexual en Guadalajara, señala que «la disidencia que nos conjunta es, curiosamente, el saber que no pertenecemos». Agrega que, a partir de la capitalización del movimiento LGBT, se han identificado jerarquías internas donde ciertos sectores, con mayor visibilidad y poder, actúan alineados a intereses capitalistas, reproduciendo dinámicas de opresión. Frente a ello, las disidencias se posicionan fuera de estas estructuras, en rechazo al dinero rosa y a quienes lo gestionan desde una lógica empresarial.
Guadalajara PRIDE: ¿movimiento o empresa?
Este año, la organización Guadalajara PRIDE —encargada durante más de una década de coordinar la marcha del orgullo más numerosa en la ciudad— anunció un cambio significativo en la ruta tradicional del evento. Para el sábado 14 de junio convocaron a la concentración en Paseo Alcalde con destino a La Minerva, bajo el lema “Mi cuerpo, mi identidad, mi orgullo”. Este cambio generó inquietud dentro de la comunidad, ya que en años anteriores la ruta recorría desde La Minerva hasta Plaza Liberación o incluso el Hospicio Cabañas, ubicaciones emblemáticas del Centro Histórico de Guadalajara.
Sin embargo, no solo cambiaron la ruta de la marcha sino también la accesibilidad. Al finalizar la marcha, se anunció la realización de un festival con entrada restringida, condicionada al pago de un “donativo” para la supuesta construcción de un “Centro Cultural Comunitario LGBTIQ+”. Esta recaudación, cuyo manejo carecía de transparencia, contemplaba paquetes que oscilaban entre los $300 y $1,200 MXN.
Este hecho parece confirmar las advertencias previamente señaladas por el Bloque Crítico Disidente (BCD): el desfile del orgullo se está transformando progresivamente en una plataforma empresarial que busca capitalizar económicamente a partir de las personas parte de la diversidad sexual.
Ante las críticas por parte de colectivos y artistas, la organización del festival emitió un comunicado a través de redes sociales asegurando que el evento en La Minerva se mantendrá gratuito y de acceso público, comprometiéndose también a devolver los donativos previamente recabados.
La Resistencia LGBTIQANB+
Actualmente somos testigos de un resurgimiento de las derechas a nivel global. Somos testigos de un genocidio en curso perpetrado por el Estado de Israel contra el pueblo palestino, del ascenso al poder de figuras autoritarias como Milei, Trump y Bukele, así como de actos de represión y violencia policial ejercida contra personas migrantes, particularmente en ciudades como Los Ángeles. Este escenario internacional, marcado por la violencia, la discriminación y el despojo, nos interpela a construir comunidad, a generar formas colectivas de resistencia y a luchar frente a estos hechos atroces.
Como se analizó previamente, el movimiento LGBTIQA+ ha sido históricamente parte de estas luchas, posicionándose en contra del régimen patriarcal-capitalista. En el contexto jalisciense, un ejemplo de esta articulación crítica es el Bloque Crítico Disidente. No obstante, en este año se suma una nueva propuesta con una perspectiva alternativa: la Contramarcha.
Desde una organización autogestiva, critica y autónoma se convoca a enunciarse en contra de la instrumentalización de la subjetividad de las disidencias inconformes con el desfile del orgullo. Se hace un llamado a tomar las calles y los espacios políticos desde la digna rabia y en respuesta al estado, empresas e instituciones que buscan lucrar e instrumentalizar el movimiento LGBTIQANB+. Desde redes hacen el siguiente llamado: “Nuestra lucha NO ES NI SERÁ SU NEGOCIO, no seremos cómplices de la violencia capitalista, patriarcal, racista y sionista que esconde su discurso, disentimos, resistimos y no renunciamos a la lucha por nuestra dignidad.”
Voces disidentes
Me contacté con activistas, amigxs y familarxs que pertenecen a la diversidad sexual para que compartieran sus sentir-pensares al respecto de estas problemáticas en el contexto actual, a continuación, lo que expresaron:
“Más allá del orgullo siento impotencia y enojo, me duele ver que celebremos al lado del estado, las empresas e instituciones y se reduzca el imaginario colectivo de dignidad, libertad y justicia a una mera ilusión de visibilidad y celebración. Aún con esto yo sé que muchos resistimos, con la esperanza en que otros mundos son posibles, que nuestra lucha no es en vano, porque nuestra memoria y dignidad es algo que no pueden arrebatarnos.” (Crayo, 20 años, estudiante de filosofía)
«Sigo en la lucha no solo como parte de la comunidad LGBTQ+, sino como ser humano. No podemos ignorar que se siguen negando derechos, incluso el derecho a la vida, solo por ser quienes somos. Lucho porque no quiero que amigos, familiares o yo mismo aparezcamos en las noticias por crímenes de odio. La diversidad no es maldad; queremos vivir libres, sin dañar a nadie, siendo nosotres mismes. Soy orgullosamente parte de esta comunidad, por quienes lucharon antes y por quienes aún no pueden caminar libres.» (Lai, 22 años, estudiante)
“Habría que entender que dentro de la propia diversidad (LGBTTTQI) existe diversidad con distintas realidades que nos atraviesan en la comunidad, por esta razón, es muy importante hablar que la igualdad no es pareja para todes, porque no es lo mismo el gay privilegiado con varo de la Ciudad de México que la sexo trabajadora trans de una ciudad fronteriza de México, pues las violencias, la discriminación y la precarización que viven unas son muy distintas y desigualdades para otras.” (Gaby, 48 años, bióloga)
Marcha del Orgullo 2024 en Guadalajara
Para todas, todes y todos quienes gusten sumarse a estas iniciativas que tendrán lugar el sábado 14 de junio de 2025, les comparto la información:
- El Bloque Crítico Disidente se reunirá a las 2:00 pm en el Jardín del Carmen (Av. Juárez 604) en rumbo a La Minerva.
- La Contra Marcha partirá del Paseo Alcalde a la 1:00 pm con dirección a la Glorieta de lxs Desaparecidxs.
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