
sede México.
A propósito del 14 de febrero, día en que se festeja el amor y la amistad alrededor del mundo, en pleno 2025 considero oportuno que llevemos a la reflexión lo que significa el amor, las relaciones de pareja, la reciprocidad, la corresponsabilidad afectiva, entre muchas otras circunstancias que deben ser cuestionadas desde un tamiz de igualdad y equidad, sobre todo, considerando una modernidad en la que las nuevas tecnologías y la manera en la que nos comunicamos, reaccionamos y convivimos se encuentran en un constante cambio.
En ese sentido, debemos partir de reconocer que ha sido gracias a los movimientos feministas que se ha visibilizado la violencia de género, sus consecuencias y, por supuesto, las distintas maneras en que se manifiesta en todos los ámbitos de la vida privada y pública. De ahí la importancia de que, en esta ocasión, debamos poner especial atención en las relaciones de pareja y afectivas. Al respecto, la ONU ha establecido que:
“Unos 19 millones de adolescentes habrán sufrido violencia física o sexual por parte de su pareja antes de cumplir los 20 años, revela un nuevo informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS). La cifra correspondería al 24% de las jóvenes que han mantenido una relación de pareja, detalló el organismo en el estudio publicado en la revista médica The Lancet Child & Adolescent Health”.
Además, ONU Mujeres advierte que “Una de cada tres mujeres en el mundo experimenta violencia física o sexual, principalmente a manos de su pareja. La violencia contra las mujeres y niñas es una violación de los derechos humanos. Sus consecuencias físicas, sexuales y mentales, tanto inmediatas como a largo plazo, pueden ser devastadoras e incluso pueden provocar la muerte”.
En ese sentido, es importante que reconozcamos que en nuestro país, en primer término, las prácticas, creencias y pensamientos machistas se encuentran impregnados en nuestro día a día y así ha sido generación tras generación; esto entonces se ha traducido en un alto índice de violencia de género tanto en las relaciones de noviazgo desde la adolescencia, como en los matrimonios, incluso, hasta edades avanzadas. Pero… ¿en qué punto nos encontramos?
Sin detenernos a abordar casos concretos, quienes se encuentran leyendo estas breves reflexiones pudieron ya haber imaginado o, lamentablemente, recordado algunos ejemplos o experiencias en torno a esta violencia que en la mayoría de los casos se normaliza, se minimiza o, peor aún, se culpabiliza a las víctimas como si se tratara de situaciones que se deben “aguantar”. Asimismo, cabe resaltar que muchas veces también la familia puede llegar a formar parte de este pacto, presionando u obligando a las víctimas a quedarse calladas por múltiples razones; vergüenza, orgullo, miedo, intolerancia, prejuicios, hasta caer en la protección del agresor.
De esta forma es que debemos tomar cartas en el asunto y voltear a ver nuestros alrededores ya que, si bien puede ser que no nos encontremos propiamente en alguna de estas situaciones, quienes nos rodean sí pueden estar viviendo alguna situación de violencia en la pareja. De ahí que nuestra corresponsabilidad nos lleve a actuar al respecto, insisto, sea cual sea las circunstancias en las que nos desenvolvamos diariamente.
Y es que precisamente para construir relaciones igualitarias, se requiere crear espacios de respeto, apoyo y crecimiento mutuo, donde ambas personas puedan desarrollar su máximo potencial y construir un proyecto de vida en común. ¿Por qué esto no es así? ¿Cómo nos educaron para que esto llegue a considerarse una meta lejana? ¿Cuáles son nuestros pensamientos y acciones dentro de una relación de pareja? ¿Tan difícil es la corresponsabilidad y reciprocidad afectiva?
En una relación sin minimizaciones o subordinaciones, ambas personas se reconocen como iguales en derechos, oportunidades y responsabilidades. Sí, tal vez llevarlo a la práctica no sea tan fácil como decirlo pero es urgente que, desde el núcleo familiar-de pareja cambiemos nuestras narrativas. ¿Qué podemos hacer al respecto? Es una lucha constante que nos obliga a hacer introspección para poder reconocer las prácticas machistas o violentas y que ello sea un ejercicio de reconocimiento individual que sea llevado a lo público.
Ahora bien… ¿Qué es una relación de pareja igualitaria y con responsabilidad afectiva? Esto implica:
- Respeto mutuo: Valorar las opiniones, sentimientos y decisiones de la otra persona.
- Comunicación abierta y honesta: Expresar libremente las necesidades, deseos y preocupaciones, sin miedo a que nos juzguen.
- Toma de decisiones compartida: Participar activamente en la toma de decisiones que afecten a la pareja, buscando el consenso y el equilibrio.
- Reparto equitativo de tareas: Distribuir las responsabilidades domésticas y de cuidado de manera justa, sin sobrecargar a una de las partes.
- Apoyo mutuo: Respaldar los proyectos personales y profesionales del otro, fomentando su desarrollo individual y crecimiento.
Imaginando una sociedad en la que esto sea posible, me llevó a recordar a nuestras amigas que han tenido noviazgos violentos o, incluso, peligrosos. A todas ellas: Sabemos que hay muchas razones por las cuales no resulta fácil tomar la decisión de separarse, sin embargo, nuestro acompañamiento incondicional será sinónimo de sororidad, empatía y comprensión: NO ESTÁN SOLAS. Tengan confianza y seguridad en que siempre habrá alguien a su lado. Rompan el silencio. Aléjense. Denuncien.
Las relaciones basadas en el respeto son edificadas día a día, no se construyen solas. Celebremos el amor, la felicidad y la plenitud.
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