
Sol solecito, caliéntame un poquito, hoy y mañana y toda la semana; dos y dos son cuatro, cuatro y dos son seis, seis y dos son ocho y ocho dieciséis; Bandera de México, legado de nuestros héroes, símbolo de la unidad de nuestros padres y nuestros hermanos…
Todos conocemos estas líneas con su entonación, ello es un ejemplo de nuestra vinculación con el ejercicio docente desde nuestra primera infancia. Desde preescolar los afectos, habilidades, emociones y conocimientos están en relación con una figura fundamental en la formación de nuestra sociedad, “la maestra y el maestro”.
La actividad de las maestras y maestros de México ha sido siempre tema de análisis y de opinión, este sector está, para bien o para mal en boca de la sociedad en general y frecuentemente se habla de su formación, de los materiales didácticos utilizados para facilitar el aprendizaje, de su vocación, su actualización y de sus organizaciones sindicales, por mencionar algunas aristas a las que estos están vinculados.
Este documento no pretende ser uno más de esos que los ponga en el centro del escenario como materia de análisis para intentar moldearlos en favor de todos nosotros, sino de reconocimiento, ya que, desde la existencia de la educación escolarizada, forman parte de nuestras vidas y desarrollo, siendo personas que, con el conjunto de sus saberes, experiencias y aptitudes, nos ayudan a enfrentar la realidad de mejor manera.
Como he mencionado, hoy toca reconocerles sin dejar fuera a nadie que se dedique a la docencia, porque no se trata de decir quiénes son las y los buenos y quienes las y los malos, este espacio donde el lector sigue mis líneas no espera, después de estos argumentos, leer un texto inquisidor y falto de empatía, puesto que todos y cada uno de los maestros contribuyen en la configuración de nuestro entramado social; el trabajo tanto de mujeres como de hombres es importante pero me centrare en las mujeres maestras: muchas trabajan con lo poco que tienen, hacen esfuerzos enormes para estar ahí, frente a grupo, algunas recorriendo grandes distancias para llevar a cabo su loable labor, otras están capacitándose intentando mejorar en su actividad como profesionistas, unas más, seguro están buscando un segundo empleo para poder sostener a sus familias, pero sin duda, todas han guiado nuestro camino y hoy toca a la sociedad civil y a todos los entes de gobierno a cerrar filas en favor de ellos, porque esto significa, contribuir a la unidad nacional.
Cerremos nuestros ojos y pensemos en una maestra y maestro que haya impactado nuestras vidas para bien, abramos los ojos y describamos qué es lo que valoramos de esa maestra o maestro, generalmente, quienes admiramos a una maestra o maestro, lo hacemos por su pasión para explicar, por su entrega y esfuerzo, porque hicieron algo diferente a los demás incluso echando a perder el objetivo de una clase, pero concretando otro, el de la convivencia, o quizá el de reconocernos, tal vez el de hacernos imaginar; maestras y maestros que nos hicieron sentir útiles, valiosos, que nos motivaron a iniciar algo o que propiciaron que nos diéramos cuenta de alguna de nuestras fortalezas o virtudes que hasta ese momento no conocíamos.
¡Feliz inicio de cursos!
Deja un comentario